Una de las escenas más enigmáticas y sugerentes de la obra, aparece en
la parte inferior: el
infierno musical. En éste, instrumentos musicales gigantescos se transforman en torturadores de
los condenados. Podemos contemplar unos condenados crucificados, cual
Cristo y el mal ladrón, en las cuerdas del aspa y en el mastil
del laúd, u otro sodomizado por una flauta, portando otra como la cruz a
cuestas.
En esta escena quiere verse una condena de la música profana,
a la que se asociaba freceuntemente a la lascivia.
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